Pura ternura, puro encanto, pura inocencia. Pocos juegos
tienen estos ingredientes hoy en día, y menos aun son totalmente pacíficos
(hasta la obra maestra que es Ni no Kuni tiene batallas). En este mundillo es
muy raro no tener que vérnoslas con enemigos y tener algún modo de lucha o
pelea (por muy inocente que sea). Y este
juego hace gala de que pacifismo no es sinónimo de aburrido, ya que con su
dulzura nos encandilara con un montón de cosas por hacer (para algo somos el
alcalde). Para ejemplo el vídeo.
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